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martes, 2 de febrero de 2010

Radiografía del Caquetá y Putumayo: entre pobreza, corrupción y olvido

El verde y su gente es parte de lo bueno del sur de Colombia que se contrasta con los múltiples problemas sociales, económicos y políticos que este sector al parecer aún olvidado padece.

Por: Neyder Salazar

Llegar al Caquetá y Putumayo es hacer un viaje al sur de Colombia, al intenso verde de nuestro país donde la naturaleza y el limpio aire vislumbran nuestros sentidos. Pero donde también reina la corrupción y al parecer después de muchos siglos sigue siendo en ciertas zonas un lugar inhóspito vulnerado con múltiples problemas sociales, económicos y políticos.

Este territorio indígena por naturaleza fue colonizado por campesinos provenientes del Huila, y Tolima que deforestaban bosques para la ganadería y para cultivar. Luego estos campesinos fueron desterrados y condenados a emigrar más hacia la selva por terratenientes. Así se fue poblando este territorio, luego de afrontar muertes en la guerra contra Perú en siglo IX y por la explotación del caucho. De este proceso quedó gente pujante y hospitalaria, campesinos por ascendencia. Una zona que a pesar de la colonización todavía conserva un gran sector de selva protegida en papel y está selva es testigo silencioso de la siembra y el procesamiento de la coca para un gran negocio que condenó al país a incalculables muertes. También es testigo del paso de guerrilleros que se escondieron es sus bosques según ellos para defender su lucha donde se mantienen y conviven con el negocio ilegal de la droga.

La ciudad, entre la seguridad y la pobreza

Luego del asesinato del entonces Gobernador del Caquetá, Luis Francisco Cuéllar el 22 de diciembre viaje a la zona para analizar el contexto del sur de Colombia. El viaje por carretera dejó una sensación de seguridad. De la vía que de Neiva conduce a Florencia la capital de Caquetá había una presencia de dos retenes de policía que no son permanentes y tres militares de los cuales dos son fijos en improvisados puestos de seguridad. En territorio del Caquetá en plena cordillera justo en la zona del Pórtico como se conoce el límite entre los dos departamentos, se empieza a vislumbran un gran despliegue de presencia militar, soldados adscritos a la Décima Segunda Brigada miembros del batallón Liborio Mejía vigilan y patrullan la vía.

Florencia es una ciudad que creció con comunidades campesinas desplazadas que se tomaron las montañas que rodean la ciudad. Tal es caso de las Malvinas, una zona que creció como asentamiento de la población que venía del campo y otros que aprovecharon para conseguir terreno, y poder tener dos y hasta tres casas de más. Sin embargo persisten nuevos asentamientos como el llamado Londres, un lugar con más de 50 casas de madera y bareque. En general hay un gran círculo de pobreza frente a otros que consiguen dinero con negocios ilícitos y profesionales que tienen mayores ingresos. Es así como en el Caquetá en un tiempo ser profesor se convirtió en la oportunidad de mejorar la condiciones de vida. Actualmente la Universidad de la Amazonia y algunos institutos les posibilita progreso a muchas familias.

Florencia es una ciudad con fuerte corrupción política en donde la mayoría de la población vulnerable se ve ajena a las políticas municipales y gubernamentales. La actual alcaldesa, Gloria Patricia Farfán está en boca de la población por unas licencias de construcción que se otorgaron en una zona de importancia ambiental. Tal vez esa corrupción se hace visible en el mal estado de la malla vial de las principales calles. Igual que en Mocoa entre lujosos carros transitan un centenar de motos y persiste la presencia de zorras, vehículos de tracción animal jalado por caballos. Esa es clara muestra de la idiosincrasia de un pueblo campesino que emigró a la ciudad.

Dos ambientes se perciben con la muerte del ex-gobernador, uno es la indignación y condena del hecho por parte la clase más pudiente de la ciudad, que se complementó con un esquema de seguridad haciendo retenes policiacos y continuos en lugares estratégicos. Otro son los rumores de los posibles nexos de Cuellar con Paramilitares que pasa de mormullo en la población. Para la clase popular el asesinato como tal no tiene mayor trascendencia, no obstante a raíz de las medidas tomadas luego del asesinato se creó un inconformismo en la población. Es que gran parte de expresiones populares se vieron afectadas. La comunidad se debatía entre hacer las populares caravanas en motocicletas o el popular desfile de años viejos cancelados por el tema de seguridad. Luego de episodio del ex-gobernador muchas cosas fueron prohibidas por orden público, ahí radica el inconformismo. Es así como el secuestro y asesinato de Cuellar cambio la dinámica de seguridad de la ciudad, en todas sus salidas hay un reten militar que muchas veces no es obstáculo para salir sin que se sea requisado un vehículo.

En Mocoa capital de Putumayo la pobreza también es común denominador, y más con el alto indice de desempleo y falta de oportunidades. Ahí la intervención de las pirámides cambió la dinámica económica de la región. Al punto de desestabilizar la rentabilidad económica de una población campesina y que en la ciudad gira en torno al comercio que fue el mayor afectado con el mínimo capital que ahora deambula en manos de unos pocos, ya que la desigualdad y la exclusión se hace presente.

En Putumayo y Caquetá se encuentra la Guerrilla, grupos Paramilitares renovados, delincuencia y múltiples actores del conflicto. Sin embargo la mayoría de su callen lucen tranquilas, casi seguras a comparación de grandes metrópolis donde la delincuencia y el temor reina.

Lo rural: entre terratenientes, dificultades y olvido

El campo de Putumayo y Caquetá está una crisis producto del abandono estatal, la presencia de grupos armados y el crecimiento de terratenientes. Son escasos los pequeños campesinos que persisten con poca tierra y pequeños lotes de ganado teniendo como sustento la lechería y pequeños cultivos. Hay extensas zonas deforestadas y explotadas en ganadería, pero son tierras que empiezan a ser acumuladas por grandes terratenientes que se adueñas de múltiples extensiones. Lo que condena al campesino a un jornal barato o desplazarse a la ciudad. Los campesinos que conservan tierras se ven en grandes esfuerzos para sobrevivir y sacar sus producciones. Son campesinos que deben grandes sumas de dinero a los bancos por préstamos que adquieren, con deudas eternas que los condenan al endeudamiento a punto de perder sus tierras.

Es imposible no estar en crisis cuando se ven obligados a invertir en grande sumas de dinero en la tecnificación de sus cultivos para que puedan ser comprados. Se quejan del alto costo de los insumos para la ganadería y la agricultura. Los pequeños ganaderos tienen que vender sus mejores vacas de leche porque según estudios no es acta para consumo, no pasan el nivel exigido de calidad para que Nestlé la compre. Empresas como Nestlé parecen haber aplicado la técnica del capitalismo en lo rural, les compra la leche a los campesinos para elaborar sus productos. Leche de la que exigen grandes estándares de calidad que muchas vacas no dan. Para producir leche acta para Nestlé toca invertir en costosos insumos que no nivela la baja rentabilidad que obtienen los productores. Por estas razones los campesinos decidieron cuajar leche y venderla en improvisadas queseras de los pueblos o la ciudad, un negocio por el que ganan más y al cual ya le queda poco tiempo. Se estima un período de dos años para darle punto final a estás queseras que no cumplen con la exigencias tecnológica para la producción de queso, proceso que de asumirse por los comerciantes implica una gran inyección de capital. Tecnificación de producción que sólo empresas grandes como Nestlé manejan, ya que implica grandes sumas de dinero que están en la capacidad de garantizar.

El panorama que ven los campesinos es desalentador, creen que únicamente les queda a los que producen leche terminar sometidos a venderle su producción a Nestlé como único comprador interesado. Empresa que establece las reglas de compra y los precios que vea conveniente, de esta forma se condena al campesino cada vez más a la pobreza y a cuesta de hacer rico al grupo económico internacional de Nestlé. Sólo queda hacer frente a está avanzada de interés capital con un procesos de resistencia, y asociación de campesinos y comerciantes para lograr hacer empresas comunitarias. En esta medida con el esfuerzo del campesinado pueden desarrollar sus propios centros de producción de queso y productos derivados de la leche, sin ser sometidos a ley de Nestlé.

Sumado a lo anterior está el gran problema de infraestructura vial, lo que dificulta sacar productos. Lo que se convierte en una gran travesía por trochas que en tiempo de lluvia se vuelven intransitables duplicando el costo de producción.

Abandono y la ley del olvido

En zonas apartadas, lo rural está sometido al abandono del Estado, la presencia de éste parece no existir. Veredas como Rosales y María Rosa en Putumayo entre la selva arrasada por la deforestación para el cultivo, están olvidadas. Lugares casi inhóspitos que para llegar hay que ir en carro hasta Solita población del Caquetá y luego hacer un travesía en la lancha rápida por el río Caquetá, para después desembarcarse y caminar una hora como internándose en la selva. En zonas como está el celular es decomisado por grupos armados, quienes establecen las leyes. Es así como obligaron a los campesinos a crear pozos sépticos en sus ranchos si querían vivir en el sector. Ahí la Seguridad Democrática parece estar de paso, no hay presencia permanente de soldados. Los campesinos también se ven obligados a sembrar y cultivar para producir coca, es la única forma de tener sustento en lugares olvidados por el Estado.
Extraoficialmente entre la comunidad se conoce que en la zona rural se vive en un intenso plan pistola. Policías asesiandos nunca salen a luz pública por el temor a desacreditar la política de seguridad, en estas zonas la comunidad sabe que la cabeza de un policía vale.

Salud y educación

El servicio médico no es el mejor, hasta esos sectores exclusivamente llegan esporádicas brigadas de salud que no ofrecen mayores medicamentos, ni el mejor tratamiento a las enfermedades. La salud alcanza cobertura, sin embargo no es sólida en calidad. Los hospitales en pueblos retirados apenas llegan al nivel uno de atención. Muchos cuentan con una ambulancia en malas condiciones para transportar pacientes graves a una capital cercana y que por el estado de la vía lo más seguro es que termine muerto en el recorrido.

Hay escuelas rurales que ofrecen primaria sin conocer un computador, luego de hacer la primaria el futuro es incierto para los niños. No hay un transporte que traslade los niños de las zonas rurales al pueblo más cercano para terminar su bachillerato. Los que cuenta con algo de ingreso logran pagar estadía de uno de sus hijos en la casa a del algún familiar del pueblo y así lograr ofrecerle algo de las pocas y escasas oportunidades de vida.

En el sur de Colombia hay una abandono o al menos un trato desigual en políticas públicas nacionales como en muchas otras zonas del país, tal como ha pasado en el Choco. Zonas enterradas al aprovechamiento de pocos, al abandono de muchos y casi al olvido total. Sus bosques son utilizados con licencias para la explotación petrolera y la inversión extranjera con proyectos explotación de la tierra. La política centralista y discriminatoria del Estado parece reinar en la región surcolombiana.


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