Se vive
un ambiente de "democracia" en la Surcolombiana, en término escueto de la
palabra, pues incluye pregoneros, publicidad, saboteo y demás
acciones como en las clásicas campañas electorales.
No es
para menos es que el Consejo Superior Estudiantil en una universidad pública
como la Usco representa una gran ganancia de movimiento estudiantil desde la
noción con la que fue concebida como máximo organismo de representación estudiantil de toda la
universidad con el fin de propender por la
unificación y vinculación de todos los estudiantes a la lucha
permanente por las conquistas
académicas, políticas, económicas, culturales y
sociales. Pero también se desvirtúa y pierde legitimidad cuando sus
intereses se desvían a un espacio de
control de recursos de los representantes
que no responden a las demandas del grueso del estudiantado, sino a
intereses particulares o sectoriales.
El
presupuesto que maneja el Consejo Superior Estudiantil no es el más grande,
pero maneja recursos propios con una estructura vertical de junta del consejo, en cabeza de un presidente, por lo
que es un centro de poder
tentador para diversos interesados.
Es un promedio de más de 8 millones que reciben por cada semestre
equivalente a los 1080 pesos descontados en la matricula a los 8242
estudiantes. En un período de
representación de dos años sería más de
33 millones más las gestiones que se puedan realizar en bienestar, viajes y
otras actividades con la administración de la rectoría. Quizás ahí radica el
interés de las 16 listas o planchas que
se inscribieron con 187 estudiantes interesados, entre ellas las siete listas
entre ocho y siete inscritos que aspiran a tener un asiento en este Consejo.
En el 2010 fueron 17 las planchas que se presentaron para la elección de los nueve
representantes con 3.259 votos. De estos, varios de los elegido
no culminaron su mandato y a otros el periodo se les alargó hasta el día de hoy,
es decir cuatro años.
En el
fondo este espacio es fundamental si aborda un trabaja organizado y articulado
con otras figura de representación como comité de carreras, representantes en
programas y concejos de facultad; articulado con el representante de
estudiantes al Consejo Superior Universitario y al Académico, tal como se pensó
en propender por la integración de la organización estudiantil regional,
nacional y latinoamericana. Pero está
lejos de funcionar como una verdadera estructura de control administrativo que
responda eficazmente como órgano de representación de las mayorías. Quizás tantos interesados es prueba de esa
divergencia tan profunda que no permite llegar acuerdos comunes desde el
reconocimiento de la diferencia y que solo marca caminos de profundas diferencias
en los intereses para llegar cada uno por su lado, empujando puntas de
cuerdas que hacen más fuerte el nudo.
Este
espacio es fundamental como fue pensado para las exigencias estudiantiles y
sobre todo en conquistas académicas;
pero en sus últimos años su voz es silenciosa casi cómplice de la
corrupción de las administraciones, por
eso se queda corta en la divulgación de su funcionamiento, el desarrollo
de su plan de trabajo, en su diálogo con los estudiantes, en la relación con la Universidad y su vínculo con
el entorno. Si alzara su verdadera voz
como órgano de representación de la mayoría del estudiantado, si lograra responder a las necesidades sentidas de los estudiantes
y tan básicas como la conquista en la
mejora de la deteriorada infraestructura o más aún del hacinamiento en
aulas que aleja a la Surcolombiana de un espacio de calidad académica. Esa
calidad que muchas de las lista ufanan como bandera para la elección y que como
años anteriores en la que también estaba
presente como parte de los pilares en las propuestas, se desdibuja una vez electos.
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