Sentir el espíritu de la navidad no está en las compras de
fin de año, en las vacaciones o en la
ropa para estrenar. El verdadero
espíritu está en la posibilidad de compartir un momento en familia, en el abrazo con un extraño o en la sonrisa que
se regala a otro ser.
Hace un año pasé navidad y año nuevo en las paredes de un
hospital con sus colores y ambiente lúgubre, sufriendo las indolencias de un
sistema de salud que poco le importa el
dolor y sufrimiento del que está postrado en una cama. Lo triste de permanecer ahí no era mi
condición, era que bajo mi estado había
afectado la posibilidad que mi familia compartiera de un fin de año
tranquilo y sin preocupaciones. En la enfermedad lo que mata no es el dolor,
es la impotencia, el olvido, la negligencia y la indiferencia. Aun así en esa situación recibí como lo recibo
a diario el más bello de los regalos, el amor de una familia. El cuidado permanente
de mi madre, su atención, y dedicación, además
de la fortaleza y persistencia de mi
padre.
En ese cuarto del hospital donde se veía pasar el tiempo lento, un señor invadido por una bacteria, en sus
últimos días se tomó el espacio necesario
para decidir que los desconectaran y así morir
dignamente en su hogar, allí por lo
menos habría tiempo para estar rodeado
de su familia. Eso sí la advertencia
fue, -debe pagar la ambulancia
por su cuenta para que lo transporten-.
Luego otro hombre con un cáncer terminal
se tomó el tiempo para padecer el
dolor, hacer consiente el sufrimiento y
enfrentarlo en el leve sonido de sus quejidos. Fueron mis vecinos de la
habitación.
Cuando enfrentamos situaciones como ésta, en la soledad que solo la interrumpe el sonido
de un celular a las doce, no despegamos de lo material y nos deprendemos de
celebraciones ostentosas, lujuriosas y ruidosas. El tiempo no regala la posibilidad comprender el valor de la
vida, del tiempo y de la presencia del otro.
De igual forma de reconocer que el verdadero espíritu de la navidad
está en tener a tu lado seres maravillosos
que te acompañar a caminar, te dan la
mano y comparte el tiempo tan preciado y mezquino.
Con la premura de una sociedad afanada, en la que el tiempo
es escaso y en la que negamos muchos momentos para compartir con la familia y
amigos. El mejor regalo que me da el
universo este año es poder compartir una navidad con mi familia, de ofrecer ese tiempo que tenemos y muchas veces de forma mezquina negamos.
Gracias a quienes compartieron sus tiempos, momentos y
espacios conmigo, en momentos difíciles es cuando se aprende a valorar el compartir con otro ser. Muchos partieron, otros
partirán por eso el tiempo que le ofrezcamos en vida será el más valioso recuerdo y el más bonito
presente.
Otros mensajes de navidad:
Navidad en los corazones, “Seamos Felices Todos”
Mensaje de fin de año: Que las alegrías se desborden sin perder el rumbo
Deseo de navidad que todos puedan soñar (Paz, amor, tolerancia y fraternidad)
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